jueves, 27 de junio de 2013

La gestión actual de YPF no nos lleva a la recuperación de la soberanía energética. Por José Rigane.

Mucho se viene escribiendo y se escribirá sobre YPF, la cuestión de los hidrocarburos y las políticas en las áreas estratégicas en Argentina. Es un ejercicio que realizamos los que nos interesa pensar la cuestión energética como valor estratégico y como modelo de país, a su vez, como fundamento de soberanía.

Este texto tiene la intención de reflexionar a partir del aumento del 67% en los honorarios del directorio de YPF por un lado, y, por el otro, el reciente fallo de la Corte Suprema de Justicia que anula el embargo ecuatoriano sobre Chevron en una causa ambiental, pero sin perder de vista que lo que está de fondo es la política energética nacional.

El 4 de junio se conoció que el directorio de YPF, con Miguel Galuccio y Axel Kicillof al frente, decidió el aumentó de su propio sueldo en un 67% para el resto del año 2013. La dirección de la empresa aprobó “autorizar al directorio para efectuar pagos a cuentas de honorarios del ejercicio 2013 por hasta la suma de $ 73,7 millones”, lo que representa un 67% de aumento respecto de 2012.

Suena por lo menos irónico pensar que ese porcentaje es casi 3 veces mayor que el techo del 24% que impuso el gobierno nacional a las negociaciones paritarias de 2013. Pero también este dato permite reflexionar e ir un poco más allá. Nos permite profundizar sobre quiénes son los que llevan las riendas de YPF, la empresa hidrocarburífera representativa del país. Pero también nos permite pensar en cómo lo están haciendo.

El otro dato que describe el escenario de YPF es el fallo de la Corte Suprema de Justicia, que habilitó el acuerdo sobre Vaca Muerta entre la empresa nacional y la enorme Chevron de Estados Unidos al anular el embargo de 19.000 millones de dólares que el Ecuador de Correa tiene con la multinacional. El reciente fallo le permite evadir la condena que le impuso la justicia del país hermano por violaciones a los derechos humanos, colectivos y ambientales en una enorme y emblemática causa judicial que llevaron adelante comunidades indígenas ecuatorianas.

Para decirlo de otro modo, la ejemplar sentencia sobre Chevron en Ecuador fue por contaminar más de 480.000 hectáreas en las provincias de Orellana y Sucumbíos (norte del Amazonas). La compañía (en ese momento Texaco, hoy Chevron) operó de forma negligente y causó graves prejuicios ambientales, humanos, culturales, económicos y sociales en el período que va de 1965 a 1990. El juicio duró 18 años y la resolución fue emitida tanto en tribunales ecuatorianos como en Estados Unidos. La sentencia es aplicable en todas partes del mundo.

Superado el embargo, avanza el acuerdo por 1.500 millones de dólares entre YPF y Chevron en Vaca Muerta para realizar la explotación no convencional de hidrocarburos en Argentina. A pesar del pedido de Correa Cristina Fernández de Kirchner sobre el tema, YPF avanza con Chevron, dejando a un lado la estrategia de la Patria Grande. De nada sirve el acuerdo de cooperación de YPF con la YPF boliviana si el rumbo estratégico es poner por encima de una política soberana y hermandad latinoamericana los millones de la multinacional norteamericana Chevron.

En la reciente inauguración de 2 plantas de hidrotratamiento de gasoil y de naftas en la Provincia de Mendoza, Cristina Fernández dijo: “cuidemos lo que hemos logrado”. Quizá lo que “hemos logrado” sea avanzar con aliados norteamericanos y congelar un proceso de relación y camino conjunto con Ecuador. Quizá lo que “hemos logrado” sea ponerle freno a la española Repsol con la expropiación del 51% de las acciones de YPF, para después volcar la estrategia hidrocarburífera del país hacia capitales de Estados Unidos. Quizá lo que “hemos logrado” sea llegar hasta acá para no avanzar en una soberanía energética nacional.

Acaso, ¿será esto lo que se preguntó el ex miembro del directorio de YPF, Eduardo Basualdo (académico vinculado a la CTA oficialista y crítico a las políticas hegemónicas en los 90´) cuando presentó su renuncia después de conocer el fallo judicial sobre el caso Chevron - Ecuador?

Más allá de los rumores periodísticos de los últimos días sobre el “cambio de estrategia” que estaría pensando el CEO Miguel Galuccio respecto de poner todo el esfuerzo en los yacimientos “convencionales” en lugar de apostar a largo plazo por los “no convencionales”, queda claro que con esta gestión, que administra YPF bajo la lógica de empresa privada, los sectores populares y la soberanía energética quedan totalmente relegados.
El modelo del negocio y el modelo de soberanía

El modelo energético vigente ha fracasado porque tiene firmes las bases del modelo implementado en los 90`s que con la privatización destruyó el autoabastecimiento alcanzado y con la extranjerización posibilitó el “robo” de las reservas hidrocarburíferas. Hoy es cada vez mayor la necesidad de ir a buscar energía en el exterior, aumentando las importaciones. Construir nuestra soberanía energética a partir de la privatización y la extranjerización ya ha demostrado de sobremanera no ser una solución para las necesidades populares ni para el desarrollo de país.

El modelo neoliberal y la búsqueda incesante de lucro sigue en pie y, para peor, es la estructura conceptual “privatizadora” que orienta las políticas en el sector y que pretenden definir los próximos 20 años. Por tal motivo, nosotros nos oponemos a este modelo porque continúa la misma lógica del negocio por sobre la lógica de la soberanía nacional.

Transitamos una profunda crisis energética que es pocas veces reconocida por parte del gobierno. No sorprende que nos ocurra continuamente lo mismo, que nos tropecemos sobre la misma piedra. Las decisiones erráticas en las que nuestro país se vapulea de crisis en crisis es un espiral de donde no podemos salir si nos mantenemos bajo la misma lógica de privatización de la energía, por más que YPF - Repsol haya sido expropiada en un 51 por ciento.

Los que seguimos la actualidad informativa de este tema ya lo sabemos, aunque no hay que ser muy inteligente para darse cuenta: cuando hace frío hay crisis energética; cuando hace calor hay crisis energética; cuando hay sequía hay crisis energética; cuando llueve hay crisis energética; siempre hay crisis energética, porque la base que sostiene al sistema es la misma, por más parches que intenten realizar.

Por otra parte, el modelo energético argentino no está acorde a las necesidades del Siglo XXI. Y esto conforma una paradoja notable si tenemos en cuenta que sin ser un país de los considerados “petroleros” o “gasíferos”, en el pasado reciente vivimos un importante período de autoabastecimiento.

Actualmente, a pesar de la falta de energía y el aumento de los combustibles, seguimos exportando petróleo crudo. Como en el siglo XVIII, donde exportábamos el cuero de vaca salado y le comprábamos los zapatos finalizados, hechos con esa materia prima, a los franceses.

Pero las decisiones del gobierno parecen ir todas en el mismo sentido, reforzando la matriz privatizadora. Se le permite a las multinacionales vender la materia prima ya no a 42 dólares el barril, que ridículamente les aseguramos hasta hace poco, sino que han elevado a 70 dólares el barril exportado. Estamos frente a una ganancia del 600% para estos actores privados que exportan lo que ya no tenemos, mientras que el país dilapida su tesoro comprando naftas especiales, diésel, oil y gasoil fronteras afuera. Es cierto, hay que reconstruir un sistema devorado por el modelo energético-neoliberal que tan profundo caló sobre la realidad de nuestro país, pero con estas medidas solo profundizamos la dependencia.

La expropiación del 51% de las acciones de Repsol en YPF fue una iniciativa que nosotros hemos saludado como un paso hacia recuperación de la soberanía. Así lo entendimos a pesar de tener muy claro, desde el primer anuncio, de la insuficiencia de la misma. Veíamos el potencial de una orientación que para nosotros era necesario profundizar e incluso radicalizar, pero, lamentablemente, a un año de la nueva gestión, el rumbo no ha cambiado y se ratifica con acuerdos con Chevron.

Esta realidad energética hay que cambiarla. No hay otra manera, no hay otra forma si queremos avanzar. Para eso hay que recuperar la idea de soberanía energética como defensa de la soberanía popular. Es necesario, entre otras cosas, volver a tener una YPF que sea 100 por ciento del Estado, no una Sociedad Anónima como lo es hoy. Necesitamos una empresa hidrocarburífera Sociedad del Estado.

Una Empresa Nacional. Un orgullo nacional.


lunes, 24 de junio de 2013

"El problema es el capitalismo y no la mayor o menor producción", por Jose Rigane.

En estas reflexiones volvemos a desplegar la polémica con Pedro Wasiejko, compañero de Hugo Yasky en la intervención dispuesta por el Ministerio de Trabajo de la Nación en la CTA subordinada al proyecto oficialista.

Está claro que la intervención a la CTA es funcional al objetivo kirchnerista de “reconstruir el capitalismo nacional” como dijo su líder en el discurso inaugural del 25/05/2003, o como insiste la Presidente cada vez que puede en defensa del capitalismo serio o normal.

En la propia página de la intervención (http://www.cta.org.ar/Wasiejko-El-m...) pueden leer un reportaje a Pedro Wasiejko participante de la 102º Conferencia Internacional de la OIT, realizada la semana pasada en Ginebra, Suiza. El título que resalta la nota reitera palabras del entrevistado y señala que “El mundo va a salir de la crisis en tanto se siga expandiendo la producción”, obviando todo carácter capitalista de la misma, es decir, escamoteando a los principales beneficiarios del crecimiento capitalista y por ende, no mencionando a los perjudicados de la producción capitalista: los trabajadores.

La cuestión no es el crecimiento o la desaceleración o recesión de la economía. Todo lo dice como si el crecimiento económico en el capitalismo en Grecia, España, Europa, Japón o EEUU fuera la solución de los problemas de los trabajadores de esos países y/o de todo el mundo. Con crecimiento o sin él, el capitalismo funciona sobre la base de la explotación del trabajo humano. Es una conclusión asumida desde los análisis de Carlos Marx a mediados del Siglo XIX.

Cuando lo consultan sobre la crisis en Europa, el entrevistado opina que: “El problema es que hay sectores importantes de la sociedad europea que cree los cantos de sirena que plantean los políticos que tienen inserto el modelo neoliberal y que con las soluciones macroeconómicas que plantean las escuelas ortodoxas, va a haber una salida de la crisis. La verdad es que esto no es así: el mundo va a salir de la crisis en tanto y en cuanto se siga expandiendo la producción y la productividad y se sigan incorporando a sectores importantes de la población al consumo, como sucede en Brasil, Argentina, China e India.”

En la primera parte de su respuesta encontramos una crítica a las políticas “neoliberales” y en la segunda parte aparece su confianza en la expansión de “la producción y la productividad” del capitalismo, tal como ocurre en “Brasil, Argentina, China e India”.

En la lógica de Wasiejko el problema es el neoliberalismo, y la solución el capitalismo y la política económica aplicada en los países mencionados, como si en ellos el crecimiento de la producción y la productividad significaran procesos de emancipación de los trabajadores.

La realidad demuestra que la mejora en la productividad de la última década en Argentina fue apropiada como rentabilidad por las grandes empresas (especialmente las multinacionales) que dominan el capitalismo local. Si hasta la misma Presidenta reitera cuando puede que los empresarios “se la llevan con pala”.

La productividad (mayor explotación por diversas vías) es un mecanismo defensivo del capital para contrarrestar la histórica tendencia a la disminución de la tasa de ganancia. La productividad es el mecanismo usado por el capital (los empresarios) para mejorar la relación entre los precios y el costo de producción, y ello no se hace para compartirlo con los trabajadores. En todo caso, es la lucha de los trabajadores la que arranca determinadas porciones del crecimiento de la producción y la productividad para actualizar y/o mejorar los ingresos salariales y las condiciones de trabajo.

No se trata de crecimiento económico, ni de mejoras de la productividad. El problema es el capitalismo. Pero claro, pedirle a Wasiejko esa conclusión sería alejarlo de la protección oficial, del calor del poder. Es por ello que nosotros seremos implacables a la hora de hacer evidente que este pensamiento de Wasiejko y sus socios en la intervención de la CTA nada tiene que ver con los intereses de los trabajadores y menos con el proceso de emancipación.

Llevar adelante estas tareas por la emancipación de los trabajadores supone la construcción de un sindicalismo anticapitalista, clasista y antiimperialista, como el que venimos construyendo en la CTA bajo la dirección de Pablo Micheli. Es el camino del Paro Nacional del 20 de noviembre de 2012 y el reciente del 29 de mayo de 2013 para construir subjetividad obrera, poder propio, contra el capitalismo realmente existente.


* Secretario Adjunto de la CTA; Secretario General de la Federación de Trabajadores de la Energía de la República Argentina (FeTERA-CTA)

sábado, 22 de junio de 2013

"Grobocopatel, el Rey de la Dékada", por Germán Mangione.

Su presidente y cara visible se autodefine como un “sin tierra”, habla de una revolución agraria encabezada por los pooles de siembra y “el conocimiento”, y defiende la sojización asegurando que trae más beneficios que prejuicios. Una mirada sobre el Grupo Los Grobo, uno de los grupos empresarios que más creció en el campo durante el kirchnerismo y que comparte su visión del granero de China.

Los Grobo inició sus actividades a mediados de los ‘80, en Carlos Casares, provincia de Buenos Aires, principalmente en la producción de granos. En ese momento la estructura operativa consistía de 3.500 hectáreas de campo, una pequeña oficina, un camión y cuatro empleados.

A partir de los años ‘90, la empresa modificó su estrategia y comenzó a establecer redes con productores y proveedores permitiéndole crecer en escala. A fines de esa década, de la mano de Gustavo Grobocopatel, la empresa se plegó a “la revolución técnica” operada en el agro, con la hipertecnificación de la producción. Como forma de esquivar las crisis que por finales de los ‘90 golpeaba a la Argentina, el grupo diversificó sus inversiones ingresando a varios países de la región. Comenzó a participar en Uruguay en sociedad con ADP, en Paraguay como Tierra Roja, en el negocio de harinas de trigo adquiriendo Molinos Cánepa, y en Brasil, en sociedad con PCP, adquiriendo y conformando diversas empresas, como por ejemplo CEAGRO.

El Grupo Los Grobo se autodefine en la actualidad como una empresa de producción y procesamiento de granos pero, fundamentalmente, es un grupo de prestación de servicios. Se orienta hacia la oferta de servicios de producción, acondicionamiento de mercaderías, logística, comercialización de granos y agroinsumos, servicios y asesoramiento financiero, información, manejo del riesgo, asesoramiento técnico y asesoramiento en gestión.

En el ‘94 Los Grobo sembraron 70 mil hectáreas y tenían 5.000 propias. Hoy su director se autodefine (casi cínicamente) como “un sin tierra”. Al igual que varios de los actores que en la actualidad dominan los agronegocios en nuestro país y nuestra región, el grupo empresario de Carlos Casares, vio la posibilidad de generar ganancias en el agro sin invertir ni correr los riesgos que implica la propiedad de la tierra.

En entrevista con el portal plazademayo.com, Gustavo aseguraba: “Se puede hacer producción sin capital porque te lo prestan. Se puede hacer producción sin trabajo porque lo tercerizás. Sin tierra, sin capital, sin trabajo. Podés hacer producción sin nada. Sin nada, no: lo único que necesitás es el conocimiento. Si vos tenés conocimiento, podés hacer un business plan y te prestan la plata. Si vos tenés conocimiento, podés convencer a este dueño de la tierra de que te la alquile. Si vos tenés conocimiento, podés desarrollar tus proveedores, que te hacen el trabajo por vos”.

Los Grobo explota hoy unas 280 mil hectáreas, asegura que no posee tierras propias, pero sí individualmente sus socios. No como grupo empresario. Centralmente explota campos ajenos en arriendo, aporta productos y servicios: semillas y fertilizantes.

La facturación anual de Los Grobo es de 900 millones de dólares en total. Entre el 40 y el 45% es en la Argentina, un 40% en Brasil y cerca de un 15% en Uruguay. Paraguay en menor medida. Actualmente estudian su ingreso a Colombia.

Una “déKada” ganada

En las últimas semanas, algunas declaraciones y movimientos financieros del Grupo despertaron en la prensa especializada las más variadas hipótesis sobre el futuro de las inversiones de Los Grobo en la Argentina. Luego de las declaraciones de su gerente el último 23 de mayo en el Primer Encuentro de Agronegocios Argentino-Brasileño, organizado por la Embajada de Brasil, la Cámara de Comercio Argentino-Brasileña y el Grupo Brasil, en las que Grobocopatel criticara la política agraria local al asegurar que “en la Argentina estamos secos por pagar 80% de impuestos”, se encendieron varias luces de alarma.

Sin embargo, y a pesar de las especulaciones, desde el Grupo y desde el gobierno argentino aseguran que no habrá desinversión en el país. Y en estos días se anunció también la compra de la firma Agrofina con un plan por 400 millones de pesos para desarrollar agroquímicos en el país. Y es que más allá de los chisporroteos mediáticos, las declaraciones altisonantes o la antigua retórica anti soja del gobierno nacional (hoy prolijamente silenciada) y las posiciones encontradas durante la crisis agraria del 2008, varios son los puntos de convergencia entre la política y los objetivos de ambos.

El crecimiento del grupo en la última década es una clara muestra de que en Argentina se puede hablar mal de la soja pero generarle espacio para fabulosas ganancias a quien la siembra, y también se puede ser un empresario que critica al gobierno que le permitió generar esas fabulosas ganancias.

La empresa de Los Grobo se configuró como el estandarte de la “nueva ruralidad”, una ruralidad vinculada a los avances científicos y a la hipertecnificación de la producción que fue creciendo en facturación e influencia a partir de la segunda mitad de la década del ‘90, pero que dio un salto en la última década con la expansión del boom sojero. Las mas de 60 mil hectáreas cultivadas en el país en la última campaña, una capacidad de acopio de mas de 1.600.000 toneladas y una facturación que rondó los 600 millones de dólares sólo en Argentina, hacen pensar que la sociedad gobierno-agronegocios tiene cuerda para rato.

La facturación del grupo pasó de 96,7 millones de dólares en 2003 a 1305,3 en 2012. Si bien esa es la facturación total de todas sus inversiones desperdigadas por el Mercosur, Argentina sigue representando como en el comienzodel negocio el mayor porcentaje de ganancias.

También durante estos años el grupo ha sabido aprovechar los “incentivos” gubernamentales. El caso más significativo es el creado por el gobierno destinado a otorgar compensaciones a operadores que vendan productos derivados de trigo, maíz, girasol y soja en el mercado interno, de forma de abastecer la demanda y el consumo del mismo. A través de la División Molinos, se comercializa harina tipo 000 para consumo masivo conforme la política de precios impulsada por la Secretaria de Comercio Interior y accediendo al derecho de compensaciones por el trigo molido para producción de harina.

El conocimiento como commodity

“La verdad es que con el Ministerio de Ciencia y Tecnología he tenido una excelente relación, con muy buenos resultados”, aseguró en entrevistas a la prensa Gustavo Grobocopatel. Y es que este es otro de los puntos de unión de intereses entre el gobierno y Los Grobo. En cada reportaje brindado por el ingeniero agrónomo devenido en empresario se encarga de remarcar que a diferencia de lo que ocurría con la producción años atrás, hoy el principal agregado de valor es el conocimiento.

En ese marco, llegó a afirmar que los pooles de siembra y los productores sojeros están protagonizando una “revolución agraria” sólo comparable con la Revolución Industrial inglesa. Esta sociedad estado-agroempresarios tiene su expresión concreta en instituciones como el INDEAR, centro de investigación tecnológica ubicado en Rosario que une a científicos del CONICET y a la Universidad Nacional del Litoral con empresarios del agro en la búsqueda de mejoras biotecnológicas que permitan aumentar los rindes y, por supuesto, las ganancias.

En esta visión, el Estado aporta el conocimiento y la preparación de los científicos y los empresarios el capital para la investigación. Y los resultados también se reparten, como en el descubrimiento del HB4, la construcción genética que permitió crear semillas resistentes a la sequía. Allí se generaron regalías para el CONICET y la UNL y la concesión del uso y la explotación del descubrimiento por 20 años a Bioceres, la empresa de investigación liderada por Grobocopatel.

Sin embrago, muchos científicos cuestionan ese modelo de asociación. Y es que tras estas sociedades lo que se oculta es el debate de dos ideas contrapuestas. Por un lado, el relato exitista y de progreso que pregonó la presidenta en la apertura de la asamblea legislativa del año pasado centrada en la idea de la exportación de conocimiento, una especie de commodity intelectual que, como en el caso de los naturales, parece orientarse en torno a las necesidades de las grandes potencias compradoras, dejando para nuestro país a lo sumo regalías o ingresos por su exportación.

“Son científicos argentinos que lo han patentado -patente argentina (aplausos)- asociados con una empresa argentina que acaba de firmar un joint venture con una empresa de origen estadounidense para la explotación a nivel mundial de este descubrimiento que puede reportarle al CONICET en términos anuales, considerando únicamente el mercado interno, algo así como 95 millones de dólares de regalías a partir de su explotación que se desarrollará en los años 2014 y 2015”, anunciaba Cristina. Una visión que comparten los socios privados del INDEAR, como afirmaba la cabeza visible del grupo económico Los Grobo: “Argentina exportará conocimientos y participará de una mega construcción colectiva donde la ciencia y los agronegocios ofrecen nuevas soluciones a los problemas de la humanidad”.

Por otro lado, se encuentra la visión que manifiesta otras preocupaciones ante este panorama. Consultado por SURsuelo, el doctor Damián Verzeñassi, subsecretario Académico de la Facultad de Ciencias Médicas de la UNR, comentó en esa dirección:

“Veo con preocupación que la articulación público-privada no se está dando con el objetivo de beneficiar a la comunidad, sino con el objetivo de beneficiar a determinados grupos económicos. Independientemente de que hay excepciones, hay que dejarlo en claro porque este tipo de avances como el que se está dando ahora tiene que ver con una necesidad del sector productivo de poder mejorar rindes en situaciones ambientales adversas y no está pensado para reconocer o devolver la producción agrícola a la cultura del agro que implica nuevamente los campesinos en los campos, los trabajadores rurales trabajando dignamente en sus lugares y, principalmente, recuperar la soberanía alimentaria a partir de una cultura que sea propia”.

Todos los caminos conducen a Beijing

Finalmente, hay una visión que termina uniendo al “rey de la soja” con la región y principalmente con la Argentina, o mejor dicho con el modelo de país que hoy lleva adelante la Argentina. En cada declaración o análisis, de los muchos que gusta hacer en conferencias o notas periodísticas Gustavo Grobocopatel, siempre se encarga de remarcar el rol que él cree que debe tener América Latina en el concierto mundial de naciones y que podría resumirse en su frase: “Este modelo sólo corre peligro si se mueren 500 millones de chinos”. Y es que la alianza, que él denomina natural, con el gigante asiático es el punto más álgido donde sus intereses convergen con los del modelo económico de Argentina, pero también del resto de los países del Mercosur. La idea del granero del mundo parece haberse achicado hasta la de ser el granero de China. Y, paralelamente, el receptor de sus manufacturas. Casi una reedición de la relación con la Gran Bretaña compradora de carnes y vendedora de manufacturas de principios del siglo pasado. Si bien, al igual que la presidenta, una y otra vez el líder de Los Grobos repite la necesidad de generar cadenas de valor que despeguen a nuestros países del fenómeno de la primarización de las economías en donde sólo se exportan commodities, los números parecen correr en otro sentido.

El comercio total entre China y América Latina aumentó de 2011 a 2012 un 8%, llegando a 255,496 millones de dólares. Las exportaciones chinas, principalmente manufacturas, a América Latina crecieron 11% a 131,042 millones de dólares, mientras las exportaciones latinoamericanas, granos o sus derivados, hacia China aumentaron 5% a 124,454 millones de dólares. Cuando la presidenta Cristina Fernández anunció el lanzamiento del Plan Estratégico Agroalimentario y Agroindustrial 2020 que pretende entre otros objetivos llevar la cosecha de granos de 157 millones de toneladas frente a los 100 millones actuales, seguramente Gustavo se frotó las manos, pensando en los negocios por venir. Consultado sobre el tema declaró: “Estamos todos con una expectativa positiva, porque por primera vez un presidente habla sobre esta visión. Ninguno lo había hecho antes. Menem nunca mencionó la palabra ‘soja’. Entonces, a lo mejor es una nueva etapa que lo que hace es facilitar que este proceso ocurra”.

Y, en ese sentido, parece marchar la política argentina. Recientemente en su visita a Beijing, el titular de la cámara de diputados Julián Domínguez explicaba que “desde el 2003, con Néstor Kirchner y luego con la presidente Cristina de Kirchner, Argentina ha preparado toda la infraestructura para darle al intercambio bilateral la profundidad y la dinámica que amerita un socio tan importante como China”. Y aseguraba que “Argentina aspira a producir 160 millones de toneladas de cereales y oleaginosas en 2020, y a profundizar el estándar de protocolo que nos permita una rápida autorización de los mismos para entender los eventos genéticos y biotecnológicos en ambas naciones”.

“Hay un gobierno que está alineado y la oposición en general también está alineada”, llegó a declarar Grobocopatel, consultado sobre el anuncio del Plan Agroalimentario y su intensión de intensificar la producción granaria, principalmente sojera en la Argentina de los próximos años. Y no parecía estar muy errado. No sólo el kirchnerismo peregrina a Beijing, como quien peregrina a la nueva meca de la economía global en busca de nuevos negocios y del estrechamiento de la relación comercial.

El primer ministro chino Li Keqiang recibió al presidente de la Cámara de Diputados y a una delegación de legisladores del Frente para la Victoria (FPV), la Unión Cívica Radical (UCR), Propuesta Republicana (PRO), Frente Amplio Progresista (FAP) y el Frente Peronista, a la que aseguró que la Argentina tiene “un enorme potencial en materia agropecuaria y alimentaria”.

Programa de radio "Al Dorso"
https://www.facebook.com/groups/203032883046249/permalink/665616170121249/

jueves, 20 de junio de 2013

Mitos electorales, por Julio Macera*.

En tiempos electorales suelen aparecer algunos conceptos que, desde sectores del poder, intentan hacernos creer que son ciertos.

El primero es aquel que nos asegura que las elecciones, por si mismas, pueden ser la solución a nuestros problemas. En realidad este es el más jodido de todos, porque apunta a inmovilizarnos; las elecciones expresan siempre el grado de desarrollo de nuestras luchas y de nuestra organización, así como el de nuestras falencias no resueltas. Nunca son un avance en sí mismas, apenas una foto, mejor o peor, que muestra donde estamos.

El movimiento popular se construye en la lucha cotidiana y no en un día cada dos o cada cuatro años. 

El peronismo, su más alto exponente, no se construyó el 24 de febrero de 1946 y ni siquiera el 17 de octubre de 1945. El peronismo es, primero que nada, heredero de la tradición de lucha de los trabajadores de la Argentina y aún de aquellos yrigoyenistas que huérfanos de liderazgos pero sedientos de justicia social, aportaron a su construcción y de la visión de Perón que pudo entender las fuerzas en pugna en ese momento y ocupar el rol que debía ocupar. Todo eso se expresó el 24 de febrero del 46 y esa fecha fue, en todo caso, su consolidación institucional.

Otro verso que nos vienen proponiendo desde hace tiempo es el de “lo nuevo”. Hijo dilecto de la anti política, encontró campo orégano en nuestras frustraciones y desde ahí suele reaparecer en las consignas de la derecha, aunque no solo en ella. Con él nos quisieron vender a la Nueva Fuerza de Alsogaray en los 70 y luego a la UCD en los 80. Hablándonos de lo nuevo nos encajaron, entre otros, a Palito Ortega, Reutemann, Scioli y Macri, pero también a Zamora. La idea es que si la política nos ha defraudado, nada mejor que traer a alguien que “viene de afuera” para resolvernos lo que no podemos arreglar nosotros.

Para no hacerla larga, hay dos versos más que andan en yunta con el de “lo nuevo”. El primero es el de la lucha contra la corrupción (qué siempre aparece como una cuestión individual o a lo sumo de sector político) y el segundo, muy vigente ahora, es el de la “unidad de la oposición”.
Para tratar de explicarme, debo decir que efectivamente la corrupción debe ser combatida y es parte de nuestros males actuales. Sin embargo, la ética y la transparencia son valores indispensables pero insuficientes. Supongamos que un gobierno como el de Macri no fuera corrupto (que lo es) ¿eso alcanzaría para hacerlo bueno? Por supuesto que ningún gobierno corrupto es bueno para nadie, salvo para quienes se benefician de ella. Pero la política es, básicamente, una lucha de intereses en pugna y un gobierno que desarrolle la política a favor de los sectores minoritarios es malo, sea corrupto o no, para los trabajadores y el pueblo.

La corrupción por supuesto necesita de corruptos y corruptores, pero la corrupción es inherente al sistema capitalista y sobre ella se basa ¿Qué otra cosa que corrupción es que unos pocos se queden con la mayoría de lo que los demás producimos? Y más aún cuando lo que nos dejan no nos alcanza para vivir dignamente.

Para terminar y aunque cada uno de estos versos bien merecerían una nota para debatirlos, no podemos dejar de nombrar el de la “unidad de la oposición”. Este concepto es impulsado, básicamente, por los sectores concentrados que están por fuera y enfrentados con el gobierno (sin olvidar que otros sectores concentrados son parte y beneficiarios del mismo) pero lo loco, es que esa supuesta unidad es también funcional a los intereses del mismo gobierno.
Este verso se cruza con los anteriores y da por sentado que la solución a nuestros problemas está dada solamente por ganarle las elecciones al gobierno y no por ser capaces de construir una alternativa superadora al kirchnerismo. Este concepto deja de lado, en virtud de ese supuesto objetivo común, la cuestión central que como siempre es política y nos propone en la práctica una alternativa falsa. Más allá de algunos bien intencionados, nos propone elegir entre el presente perpetuo que nos ofrece el gobierno o la vuelta al pasado que impulsan algunos de sus opositores. Los trabajadores ya aprendimos, dolorosamente, que en política los atajos terminan siempre en una calle cerrada, por eso apostamos a construir el futuro hoy, aunque aparezca como más difícil. Hace rato que, al menos algunos, decidimos que mejor que hacer lo posible es hacer posible lo necesario.

*Julio Macera pertenece a APM, Asociación de Agentes de Propaganda Médica (visitadores médicos) y es el actual Secretario Adjunto de CTA Capital Federal

martes, 18 de junio de 2013

El fracaso de la privatización, por Julio Gambina*.

Otra tragedia ferroviaria con pérdidas de vidas y fuerte impacto en personas afectadas, no solo en forma directa por el choque de trenes en Castelar, sino por las complicaciones que se les presenta a los trabajadores que habitualmente utilizan ese servicio y que fuera suspendido transitoriamente.
Todavía está en estudio la causa del siniestro y más allá de cuál sea la misma, no queda duda que lo que debiera discutirse es la política ferroviaria de privatizaciones inaugurada a comienzos de los 90´. Son dos décadas de desmantelamiento de los ferrocarriles, del cambio de su función como servicio público de transporte a mercancía a cotizarse en el mercado, con un Estado soporte de la ganancia empresaria.
En rigor, no solo se trata del transporte ferroviario, ya que nuestro análisis podría ser extensivo al transporte carretero o aéreo. En tiempos menemistas se modificaron valores a la hora de considerar las relaciones sociales en la producción y distribución de bienes. Desde entonces se privilegió el proceso de mercantilización de la vida cotidiana, abandonando cualquier pretensión de atender las necesidades sociales con vocación de servicio.
El Estado fundamentó y lideró el aperturismo al más apto en la competitividad del mercado.
La rebelión popular del 2001 golpeó duro en ese paradigma ideológico, pero la institucionalidad estructural no mutó y así como los ferrocarriles siguieron siendo administrados por empresas privadas, el régimen privatista se mantuvo instalado, sostenido con subsidios públicos. Muy pocas empresas privatizadas fueron estatizadas, y cuando ocurrió se explicó por falencias o incumplimientos explícitos en la operatoria de la actividad, tal el caso del correo, algunas líneas ferroviarias, y el propio sistema de jubilaciones en plena crisis mundial durante el pico que afectara al mundo financiero en 2009.
Esa nueva intervención estatal ocurrió en los ferrocarriles luego del episodio trágico de la estación Once a comienzos del 2012. Es lo que intentaron mostrar las autoridades como respuesta al nuevo episodio de Castelar. En realidad, dar cuenta de gastos realizados para el funcionamiento de los trenes no es lo que hace falta en estos momentos, incluso existiendo posibilidad de falla humana, algo en proceso de estudio e investigación. El asunto es si ante la eventualidad de la falencia humana existe la posibilidad de contenerlo o limitarla por vía del uso de la tecnología. La respuesta es afirmativa y por lo tanto el problema es estructural y se asienta en dos décadas de abandono de una estrategia favorable al transporte público.
No solo es válido el análisis desde los problemas y accidentes ferroviarios, sino del privilegio que en estas décadas se le ofreció al transporte automotor. Todo el modelo productivo y de desarrollo privilegió el uso del automotor, el utilitario y el camión, sea por el consumismo individualista a que convoca el proceso de mercantilización aludido, sino por los mecanismos de traslado de la producción sojera y agropecuaria desde los centros productivos a los puertos. Este privilegio al transporte privado se asentó en cuantiosas inversiones en infraestructura caminera, incluidas las concesiones para el peaje que afecta el costo de traslado en sectores de menores ingresos. El récord de la producción y venta de automotores fue en sentido contrario al deterioro recurrente de los ferrocarriles y el transporte público, solo sostenido sobre la base de unos subsidios crecientes en estos últimos años, que además, necesitan ser investigados sobre su aplicación efectiva en la infraestructura o en el servicio.
Lo primero que corresponde señalar es el fracaso en las políticas de privatizaciones para la sociedad, especialmente para los sectores de menores ingresos usuarios de ese transporte público de pasajeros. A continuación corresponde revertir la situación y modificar los valores que en la sociedad favorecieron la orientación pública para el privilegio del transporte privado. No se trata de trenes contra automotores, sino de establecer que es lo prioritario para la sociedad en cada momento. No solo por las tragedias de Once y Castelar, sino por las consecuencias sociales que supuso la mercantilización de la vida cotidiana es que sostenemos que se requiere pensar y actuar para avanzar en un proceso de des-mercantilización. Se trata de ir a contramano del sentido principal por construir un capitalismo serio o normal.
Puede parecer utópico pensar en términos de des-mercantilización. Sin embargo, cuando se piensa en los reclamos por salud o educación pública, lo que se defiende es la des-mercantilización de esas dos sensibles áreas de nuestra cotidianeidad. Lo que se dice es que la salud o la educación no deben ser mercancías, y crecientemente lo son. Basta pensar en cómo se “resuelve” en la vida cotidiana el proceso de educación y salud para afirmar su creciente peso mercantil. Ocurre lo mismo en otras áreas de la vida y la economía. Es creciente el fenómeno mercantil en áreas propias de la actividad estatal como la Justicia o la Seguridad, con tendencia a la privatización creciente.
El interrogante que suscitamos es sobre la posibilidad de la des-mercantilización de áreas estratégicas. En ese sentido, no solo la educación y la salud, la justicia y la seguridad, sino que aparecen otros temas, como los de la energía o el transporte público de pasajeros o cargas. En ese sentido, todo el esquema privatizador ingresa en la evaluación, incluido el sector financiero. Es que aún subsiste la legislación financiera de la dictadura genocida, mecanismo que facilitó la extranjerización de la economía y el ingreso de capitales para potenciar el proceso privatizador de los 90´. Ya murieron Videla y Martínez de Hoz, y Menem acaba de ser condenado por uno de sus delitos, el de la venta de armas a Croacia y Ecuador, pero la institucionalidad privatista que está en el eje central del programa de la dictadura y del menemismo sigue costando vidas al pueblo argentino. Es lo que debe revertirse para que tenga sentido la condolencia a las víctimas de los siniestros.

*Julio C. Gambina es Doctor en Ciencias Sociales de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA. Es Profesor de Economía Política en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Rosario, Presidente de la Fundación de Investigaciones Sociales y Políticas, FISYP, e Integrante del Comité Directivo del consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, CLACSO (2006-2012). También participa como miembro del Consejo Académico de ATTAC-Argentina y dirige el Centro de Estudios Formación de la Federación Judicial Argentina. También participa como columnista sobre Economía y Cooperativismo en medios periodísticos de Capital Federal y del interior del país.

viernes, 14 de junio de 2013

Mi 30 de marzo de 1982, por Julio Macera*.

Primera parte: Camino a La Plaza.
¿Por qué no reconocerlo? Tenía miedo, para peor por primera vez había logrado un trabajo que me podía permitir salir de la malaria. Desde febrero era visitador médico en un laboratorio internacional y aunque eso no me había impedido acercarme al sindicato con el segundo recibo de sueldo y afiliarme, esto era otra cosa. Tres días antes había ido al gremio a preguntarle al secretario general si nos plegábamos a la marcha y donde concentrábamos. El tipo me dijo que sí, pero le daba vueltas a decir si nos juntábamos antes en algún lado. Pensé que era por seguridad, pero al rato nomás entendí que no pensaba ir y que su pertenencia a CGT Brasil era más de boca que otra cosa; "que había que esperar tiempos mejores", "que eran una seccional de un sindicato intervenido", "que una cosa es Ubaldini, pero en Lomas el que estaba al frente era un tipo jodido" "que había que proteger a los compañeros", etc., etc. Cuando comprendí que lo único que quería proteger era su "puestito", terminé el mate y me fui.
Yo había quedado sin contactos desde el 79, cuando uno de mis responsables cayó y del otro no supe más nada. Con la seccional estaba claro que no podía contar, pero decidí ir igual.
Ese 30 trabajé a la mañana en el Hospital Español y al mediodía salí a ver médicos para terminar pronto.
Estaba solo y sin una mínima medida de seguridad, lo único que se me ocurrió fue traer un par de fichas de médicos de un consultorio de Piedras 83, por si la cana me paraba camino a La Plaza (esas fichas y mi valija de visitador, me hicieron vivir más tarde un momento gracioso, visto desde hoy, otra historia que ya contaré) y darle mi dirección a un compañero, que tenía teléfono en su casa, y acordar que si no lo llamaba a una hora determinada fuera hasta la mía a avisar.
Cuando crucé solo la 9 de Julio, el silencio que había retumbaba, o tal vez era mi corazón, no sé. Había pocos autos y mucha gente caminando por las veredas, la mitad cumpas que parecían ir al mismo lugar que yo y la otra mitad canas de civil.
La columna de la CGT Brasil todavía no aparecía y sin saber muy bien que hacer, empecé a caminar hacia La Plaza.
Cruzando Piedras me encontré con un cumpa que conocía de la militancia en el PB. Se arrimó, y en el abrazo me dijo bajito: "caminemos juntos, buen disfraz el saco, la corbata y el portafolio" Sonreí y le dije que no eran disfraz, que después le contaba.
Estábamos a la altura de Chacabuco cuando se escuchó un ¡Viva Perón Carajo! La mitad nos pusimos a cantar la Marcha y la otra mitad se quedó dura, sin saber a quién agarrar. De la nada apareció la Guardia y empezaron los gases y las corridas. Cuando nos plantamos, a la cana que estaba en Chacabuco entre Rivadavia a Avenida de Mayo, desde un edificio público les tiraron hasta con pocillos de café y la hicimos retroceder.
Aguantamos lo que pudimos, al final terminé con un grupo en un hotel que ya no existe, Chacabuco, donde el encargado nos abrió la puerta. No vi al cumpa, pero descubrí que en el grupo estaba Emilio del Guercio, el ex bajista de Almendra, pero el momento no daba para canciones, la Guardia entró y a bastonazos nos sacó afuera y nos puso contra la pared. A los 40 minutos llegó un celular y nos cargó a todos, por suerte, antes pudimos lograr que una compañera se escapara.
El celular anduvo levantando más compañeros y de ahí a la 6°.
Imagínense la cara del botón que después de gritar: "Todos abajo, con las manos en la nuca" vio bajar a un tipo de saco y corbata con una mano en la nuca y una valija de visitador en la otra.


Segunda parte: Un visitador médico en la 6°. 

 Estaba muy pesado el clima ese 30 de marzo y en el celular, ni les cuento. Para los que no han tenido el gusto les cuento que, por dentro, tiene un pasillo central con pequeñas celdas a los costados y dos, un poco más grandes, al frente. Un compañero de portuarios, con el que habíamos ayudado a escapar a una compañera, me dijo vení a la más grande y nos ordenó a todos que nos pongamos sobre las rejas para que los canas se crean que estaban repletas las y no suban a más compañeros. Ya en el viaje me preguntó de dónde era, le conté que era visitador y que con ese verso me iba a ir, pero que no se preocupara, que los iba a esperar afuera hasta que saliera el último. Me miró fijo y me dijo: “estás en pedo, nos vamos a quedar un rato largo. Le convidé un cigarrillo y le dije, ya vamos a ver. Cuando llegamos a la 6°, el policía abrió los ojos al verme bajar del celular de saco y corbata, con una sola mano en la nuca y la otra llevando una valija de visitador pero, inexplicablemente, no hizo nada. Nos formaron a empujones y gritos en el patio de la comisaría, yo dejé el maletín al costado de mi pierna y puse las dos manos, ahora si en la nuca y al lado mío el portuario. Pasó un rato largo, trajeron más detenidos, algunos con heridas de balas de goma. Mientras tanto armaron un par de mesas al costado de la fila de los que seguíamos con las manos en la nuca. De repente escucho que uno de saco y corbata, con pinta de jefe, le pregunta a un subordinado: ¿Y ese con esa valija? No sé, le contestó, lo trajeron en el celular ¿Alguien se la revisó? Creo que no mi comisario ¿Pero ustedes son boludos? ¿Y si tiene una bomba? El portuario dibujó una sonrisa, mientras los escuchaba, yo seguía mirando al frente como si nada. Usted, gritó el comisario, yo miraba para adelante. Usted, el de corbata. ¿Yo señor? le pregunté, sí, me contestó, venga para acá. Arranqué sin el portafolio y el tipo, que ya traspiraba me dijo: No, traiga la valija también. Cuando volví a buscarla lo miré al cumpa y le dije bajito: te espero afuera, al portuario le costó aguantar la carcajada. ¿Qué tiene ahí? Me preguntó el comisario. Muestras médicas le contesté, soy visitador médico. ¿Y que hace acá? Lo miré fijo y le dije: Ustedes me trajeron. Los cumpas de la fila largaron una carcajada sonora. ¡Cállense la boca! Gritó el cana ¿me está cargando? Usted me preguntó y yo le contesto, le dije. El tipo sin saber bien que hacer me dice que ponga la valija “despacito” sobre la mesa. Yo sobre actuando la apoyo despacio, el cana me dice que la abra y aunque parezca mentira, mientras la iba abriendo el comisario y dos o tres que estaban alrededor se iban corriendo para atrás con tanto miedo que ni siquiera escucharon cuando el portuario hizo “Boom” desde la fila.

Por supuesto que nos pasaron a todos a patadas al calabozo y yo, con 29 años, aprendí que los trabajadores, además de luchar, nos podemos reír en la cara de los milicos y que la alegría es también una forma de resistencia.



*Julio Macera pertenece a APM, Asociación de Agentes de Propaganda Médica (visitadores médicos) y es el actual Secretario Adjunto de CTA Capital Federal

martes, 11 de junio de 2013

Que es ser bueno? Por Acción Poética Marplatense.

En el link de facebook: https://www.facebook.com/AccionPoeticaMarDelPlataOficial, nos encontramos con ésta perlita, y decidimos hacerla nuestra.
Voz Marplatense también se pregunta "que es ser bueno?".




"¿Qué es ser bueno?
¿Qué acciones hacen los buenos?
¿Se es bueno por no dañar al otro o se es bueno por ayudar a otros?
La gente que sabe a veces redobla la pregunta con otro interrogante...,
¿y quién puede determinar lo que es bueno o malo? 
¿Cuáles son los parámetros sociales, históricos, culturales de esos conceptos? 
No sé. 
Mirá, ser bueno es desear el bien al otro, moverte para que la vida no se estanque como agua de pozo y huela a muerte. 
Ser bueno es levantar la voz cuando alguien sufre o no querer subir, trepar, escalar nada a costa de otros. 
Ser bueno es, creemos, saber compartir lo que se tiene, partir el pan, escuchar, respetar, brillar para iluminar. 
Por eso hoy, Acción Poética se fue al barrio, allá en Sicilia y Pehuajó y pintó un verso sencillo, clarito como el agua. 
Porque hay gente que si no les decís las cosas claras, no aprende más. 
Es claro, como lo dice esa canción de las Pastillas del abuelo, hay que ser bueno en cualquier circunstancia. 

Que así sea, ché. MURO 35.
http://www.youtube.com/watch?v=LS3ux2av7MA "

Acción Poética Marplatense, sábado 8 de Junio de 2013.




domingo, 9 de junio de 2013

"EL GORDO MARCÓ, MI TORTURADOR PREFERIDO", por Guillermo Amílcar Vergara.

Guillermo A. Vergara, peronista, tucumano, geólogo , nos deleita con un relato de su creación:

"EL GORDO MARCÓ, MI TORTURADOR PREFERIDO"

Lo conocí en el verano del ’75. Muy caluroso, demasiado, como todos los estíos de La Rioja. Había un grupo subversivo, autodenominado “los manyines”, integrantes, su mayoría de organizaciones guerrilleras (y anexas) que teníamos un denominador común: nos copaba el vino y el folclore. En el acceso al Dique Los Sauces, en la falda del Velazco, está La Quebrada, por donde circula un arroyuelo de aguas más ó menos “no tan sucias”. Este flujo era captado, y circulaba por piscinas, de calicanto, donde, cuando el alcohol hacía sus estragos, chapoteábamos como criaturas. El paraje era algo más fresco que la tórrida ciudad, más acogedor aún con grandes vasos de “Montonero” tinto, bajo generosa cubierta de hielo. Ya las tiras se doraban en la pantagruélica parrilla, el gallego Peña tenía afinada la guitarra, y comenzó, tímidamente a entonar “chayita del vidalero, te nombra en las tardes el vino y el sol…” (himno nacional de los mamados riojanos), Y llegó el “Gordo Marcó”, introducido al grupo por un cumpa que advirtió, sin embagues “amigos, el gordo es de los servicios del ejército, así que de política no se habla…”. Se hizo un silencio pesado, que algún extrovertido rompió “bueno, gordo buchonazo, encantado”. El aludido nos dió a todos la mano…y llegó a mí… ¿te conozco?...y, La Rioja es chiquita…Siguió la joda, recité “he de volver, algún día, camino de Cochangasta…escucharé el tierno silbo de las casuarinas altas, veré las viñas maduras, besaré tierra riojana…Obvié, por razones de “inteligencia” mis ulteriores glosas sobre Felipe Varela y el Chacho.
Cantamos hasta el amanecer, y el “servicio”, no demasiado desafinado, tenía una voz chillona, inconfundible.Los ojos vendados, las manos atadas en la espalda, un golpe terrible en el estómago, y la voz, tan peculiar, del “gordo”, me gritaba al oído: “vos sos del FAS. Hablá del congreso del Chaco.” Y siguió todo ese día la ininterrumpida golpiza, preguntándome sobre “Ledesma” (a quien no conocía), y el FAS (donde no participaba).Métodos de “resistencia” a la tortura, así los definían…No tenían que ver con el aguante al dolor físico, sino con jugar una buena partida de ajedrez con el interrogador. En el momento que te detienen, es inevitable saber quién habló, las dudas son ¿cuánto contó?, y, en ese contexto, ¿qué sabía de mí?Como mi antecesor en la cadena ya tenía diez meses preso, todas esas incógnitas las tenía bien racionalizadas. Lo complejo del caso, como percibí entonces, era que me acusaran con circunstancias y personas desconocidas.Al finalizar el hábil coloquio, me llevaron a una sala contigua, donde el “gordo”, a solas me preguntó por el cumpa que lo llevó al asado “Fulano, ¿en qué andaba?... ¿era amigo de la joda, no más? Claro, le dije, como yo…E, inexplicablemente, me palmeó el hombro.Y, siguieron los “tratamientos”, que no cabe describir. Pero, al fin de una parrilla, volvió con el tema de “su” amigo. Fulano, ¿era marxista?...No lo sé, quién sabe…lo seguro es que le gustaban, como a muchos, las guitarreadas, con abundante vino…Si, claro (aplicando la “máquina”) pero ¿estaba en la joda subversiva? No lo sé, oficial, por más que me dé, no voy a inventarlo. No soy oficial, pelotudo, soy ingeniero ó doctor…Y dejó de darme, y supo que lo reconocí. “Si no querés que empiece de nuevo, contestame, Fulano ¿tenía algo contra los militares?...Mire, señor, él se caga de risa de todos (gran verdad, en el fondo), no tiene broncas con nadie, conmigo era buen tipo, eso es lo que me importa.Y entendí que el “gordo”, Teniente Alfredo Eugenio Marcó, tenía sus amigos, sus lealtades, códigos, que le dicen. ..Y fulano, gracias a él, con alguna colaboración mía, jamás fue detenido. Menos mal, porque era un cuadro militante del guevarismo.

En 1986, viviendo en Tucumán, con la paz inmensa de la democracia, entramos una noche, con mi señora, a tomar un café en un barcito cerca de casa. Era un local angosto y alargado, nos localizamos en una mesita, casi al fondo. Mi compañera, mirando hacia adentro, yo, a la calle. Enciendo un cigarro, levanto la vista, y allí, a cinco metros, sentado de frente, el gordo. Nuestras miradas se cruzaron, su tez rojo sanguínea se puso como el papel, tiró unas monedas en la mesa, y salió en veloz carrera. Reaccioné tarde, y, cuando llegaba a la puerta, él subía en un taxi de la parada. Nunca entendí bien el porqué de su miedo, son intrincados los recodos de la conciencia.

Hace un par de meses, la prensa difundió el imprevisto “suicidio” del gordo, en su casa de “La Quebrada”. No estaba imputado de nada. En el programa subsiguiente, Hebe de Bonafini, menciona el “misterioso suicidio” del gordo Marcó, que ella suponía fue un homicidio, para garantizar su silencio.Y se llevó a la tumba todos los secretos del crimen del “Pelao” Angelelli.Porque cuando mataron a Monseñor, él estaba muy ocupado, torturándome.Les debe haber dicho a los “civiles desconocidos” (muy conocidos, por cierto) que el “no se comería garrones ajenos”. Y “respetables señores” de la sociedad riojana, pasarían el “bochorno” de ser imputados como asesinos.Y me dio verdadera pena la muerte del “gordo”, una víctima más del militarismo genocida, y de los cobardes que usaron a las fuerzas armadas para saciar sus odios, mediocridades y frustraciones.

Y recordé una de las violentas pláticas, con el gordo: “porque vino tu colega, el pelado Hugo César Núñez, al regimiento, a tirarte mierda hasta cansarse”. ¿Y ustedes le creyeron? ¿Creés que somos boludos, Amilcar? Era evidente que lo movilizaba la profunda envidia que te tiene… ¿Envidia?...Soy un “seco”, ando a pata, no tengo casa… ¿Qué me puede envidiar ese infeliz, con chalet de lujo y auto último modelo? Ay, geólogo, a veces sos tan pendejo que das risa. Odia algo que jamás va a tener…tu inteligencia.No creo en Dios, ni los cielos, ni el infierno. Si algo existiera, “gordo”, sería bueno que, si no reflexionaste en vida, dispongas de tiempo para hacerlo, en estos momentos. Nunca es tarde para arrepentirse. Y si volvemos, no tengas que salir corriendo, ni yo perseguirte, porque quizás recalemos en un lugar mejor, donde no gobiernen los odios."

jueves, 6 de junio de 2013

La precarización laboral, por Julio Macera*.

La llamada precarización laboral aparece en casi todos nuestros discursos y debe ser una de las palabras que más se usan para explicar los nuevos puestos de trabajo.

La primera cuestión a definir, para abordar el tema, es que el capitalismo está basado en la precarización de los trabajadores. No hay capitalismo sin precarización y eso es así con todos los trabajadores. En relación de dependencia, contratados, en negro, etc. más allá, aún, del salario que reciban. De hecho, los trabajadores de informática suelen tener sueldos por sobre la media y junto a esto sufren la precarización de sus condiciones de trabajo (cobran parte de sus sueldos en negro, cumplen jornadas mayores al resto y esto se agrava en los que tienen el “beneficio” de trabajar en sus casas.

La segunda cuestión a definir es las formas que la precarización adopta hoy, para entender su diversidad y complejidad. El contrato a término adquirió, del 83 a la fecha, formas cada vez más precarias y junto con el trabajo en negro (parcial o total) se transformó en la principal puerta de acceso a la ocupación. Por último, a partir del fin de los ochenta, las tercerizaciones ingresaron al estado y desde ahí, al trabajo en ámbitos privados. Hoy en todas las administraciones públicas (nacionales, provinciales, municipales y en organismos descentralizados ) los trabajadores contratados, los tercerizados y los que tienen contratos de locación de servicios son mayoría. Planteo estas obviedades, para afirmar que no todas las formas de precarización son iguales y que no a todas, por eso, debemos abordarlas de la misma forma. Pero, si además lo que queremos es enfrentarlas y terminar con ellas, debemos caracterizar lo que ocurre en cada actividad concreta, cual es la situación organizativa, cual el rol del sindicato, si hay delegados, si la actividad tiene o no convenio, si en el ámbito hay un convenio al cual poder referir nuestros reclamos, qué relación existe con los "no precarizados" del mismo ámbito, etc.

Otra cuestión a definir es que la precarización es una cuestión del conjunto de los trabajadores y no alcanza con abordarla solo desde los "precarizados", para enfrentarla con posibilidades reales de triunfo.

Cuando hablamos de la fragmentación del campo popular no es algo que les pasa a los demás, es algo que nos pasa y a la que, a veces, aportamos nosotros con nuestras prácticas. Es en ese sentido, que cuestiono cuando se convoca solamente a "los precarizados", como si fuera un conjunto homogéneo, a luchar contra la precarización. Una es la situación de los compañeros que sufren distintas formas de precarización en el estado, otra la de los ferroviarios (ambos tienen un convenio marco que permite pelear su inclusión) otra la de los call center (que no tienen un marco de convenio y son una actividad nueva y sin reglamentación particular) y otra la de las distintas precarizaciones del ámbito privado, por ejemplo. Esto sin tener en cuenta que entre los contratados hay distintas formas, aún en la misma actividad y con patronales similares y que lo mismo ocurre con las tercerizaciones.

Así mismo, es importante tener en cuenta cuales son las condiciones subjetivas de los trabajadores precarizados de un ámbito. Una es la vivencia del cumpa para el cual esa situación es la del primer trabajo y otra la del que viene de trabajos anteriores menos flexibilizados y con algún tipo de organización gremial y lucha. Entender lo que le pasa a cada compañero con su realidad y ser capaz de escuchar algo más que nuestras propias palabras, es imprescindible para actuar y modificar esa realidad.

Resumiendo: asumir que la precarización es algo que nos pasa a todos, cualquiera sea nuestra condición y desde ahí, no aislar la lucha ni resumirla en "los precarizados". Definir políticas generales frente a esto, pero analizar cada ámbito y cada modo laboral, para desarrollar las políticas más efectivas. Escuchar, entender, abrir nuestras propias puertas, convocar, debatir, unir y no cansarnos de unir cada lucha.

Luchar, fracasar, volver a luchar, vencer.

*Julio Macera pertenece a APM, Asociación de Agentes de Propaganda Médica (visitadores médicos) y es el actual Secretario Adjunto de CTA Capital Federal